Ruth Isabel Gaggero J.
Quien llega buscando un médico, un psicólogo, en la mayoría de los casos es porque sufre de algo, padece. Algo nos pasa, no sabemos qué, algo que nos genera malestar. Y estamos mal en relación a los demás, suponemos que lo que nos sucede no es normal, algo se desajustó y nos decidimos a consultar.
Pero ¿si eso que se desajustó, que se descolocó no fuese algo a reparar, a volver a su lugar, a normalizar o acallar? … ¿y si fuese una pista personal, propia, de algún movimiento en ciernes que justamente precipita un cambio en nosotros? Esa es la mirada del psicoanalista, esa será su escucha en la clínica, no corregir sino descifrar qué es lo que está aconteciendo, porque al paciente “algo le pasa” y eso, aunque trae asociado malestar, será recibido como un acontecimiento, algo que acontece, que abre cambios, posibilidades, movimientos.
De hecho decimos “no sé qué me pasa” pues tal vez se trate de algo que quiere pasar … y por supuesto tememos porque implicará ciertos cambios que generalmente resistimos pues nos sacan de nuestra homeostasis.
Si hubiese que definir salud mental, algunos coincidimos con la idea que se trata de “poder pasar a otra cosa”, poder pasar, dejar pasar, a diferencia de quedarnos fijados en un tema, en una situación, en un temor, en una idea o peor aún en una definición de nosotros mismos, que se vuelve recurrente, insistente, limitante y perturbadora, un lugar del cual no podemos salir.
Una paciente contaba que su madre le recriminaba, “eres un cero a la izquierda” no se puede contar contigo para ayudar en casa, para colaborar … pésima estrategia la de dicha madre, pero fue lo que fue, es lo que le tocó vivir en su infancia, pero en un futuro parece que logró tomar aquello y hacerlo pasar a otra cosa, y los ceros a la izquierda si bien no desaparecieron dieron cabida a su vocación de matemática, carrera que eligió y que ejerció de manera bastante satisfactoria.
Y así, tantas definiciones y dichos que caen sobre nosotros incluso desde antes de nacer, ¿podremos hacer algo con ellos que no sea solamente identificarnos y quedarnos allí fijados?, podremos tomar esas palabras y abrirle nuevos sentidos, nuevas posibilidades. El psicoanalista estará allí para escuchar, para dar la palabra al paciente, y para que dicha palabra se despliegue en toda su potencia creadora dando lugar a la novedad, a nuevos sentidos y posibilidades.